Hacer un retrato es mucho más que posar, sonreír y disparar. Se trata de encontrar el momento oportuno, la hora adecuada y el sitio perfecto. Hacer una foto no se trata de sacar el móvil y disparar. No. Se trata de buscar la mejor manera para transmitir una idea o un sentimiento. Se trata de mostrar a la gente tal como es. Buscar aquello que la gente no ve y encontrar la magia para crear el recuerdo perfecto. La fotografía exige prática, experiencia y pasión. Como bien dice Cartier-Bresson “fotografiar es colocar la cabeza, el ojo y el corazón en un mismo eje”. Bien pues, hacer un retrato consiste en mucho más que todo esto. Después de disparar viene el revelado. La parte que mucha gente “menosprecia”. ¿Y por qué? Porque no se imaginan la cantidad de horas de práctica que hay detrás de una simple foto. Puede que para vosotros sea eso, una simple foto. Pero para mí, es la oportunidad de demostrar todo lo que he aprendido durante estos ocho años cámara en mano. Pero sobretodo, es el momento de disfrutar haciendo algo que me gusta. Y hacer un retrato, es mucho más que todo esto.